jueves, 11 de septiembre de 2014

Numb

Los sonidos de la calle parecen tan lejanos, orquestan el ritmo que suena constantemente en segundo plano, habitualmente no registro la  diferencia entre la multitud de melodías. Al menos no lo suficiente para distinguirlos del flujo constante que nunca se calla. Lo que en algún momento fue estremecedor y novedoso, hoy suena a cansancio y a monotonía, ahogando cada rincón,  creando una capa que me mantiene cautiva en este entumecimiento; Hoy note la diferencia. el silencio.

 Aturdida. Así es como ellos me describieron al principio, cuando deje de hablar.
Cuando por primera vez me trajeron a este lugar en medio de lágrimas y sangre, se hicieron promesas de no más dolor, comprensión y seguridad. Realmente necesité creerles, así que hablaba cuando era requerido, contesté a sus preguntas y satisfice todos sus curiosos requerimientos. El dolor nunca me abandonó.

Empezaron las pruebas, más sangre y sustancias ajenas recorriendo mis venas. quemandolo todo,  desintegrando y reformando. En esos momentos solo escuchaba  dolor, retumbando a través de todo mi cuerpo y anhele el silencio.

Nunca conformes, todo otra vez.

Ciclos interminables en los que el resultado no es lo que se esperaba. el dolor era mi banda sonora. y lo odié con todo mi ser, en este punto ya no sabia separarme de el dolor. La cacofonía de voces me atraía a su vórtice, engullendo mis pensamientos. El momento en el que dejé de cooperar fue cuando me di cuenta que los gritos ya no venían de mi interior si no que me rodeaban. un organismo palpitante, una multitud en una sola frecuencia Me aleje lo más posible dentro de el mar de sufrimiento. Claro ellos no estaban conformes con mi falta de cooperación por lo que dificultaron mi separación del resto, hasta que la sangre llego y lavó los gritos. Entonces llego el aislamiento y con ello el silencio.